Un planeta que ha sobrevivido a su estrella
Situada a 117 años luz de la Tierra, la estrella WD1054-226 es una enana blanca, el remanente de una estrella del tamaño de nuestro Sol que ha llegado al final de su vida. Es del tamaño de la Tierra, pero tan pesado como el Sol. Y está caliente: 20.000 a 30.000 Kelvin en la superficie, 20 millones de Kelvin en el interior. Los procesos de fusión ya no tienen lugar, pero se necesitan unos 10.000 millones de años para que se enfríe por completo: nuestro sol sólo ha existido durante cinco mil millones de años. Durante este tiempo, puede formarse de forma natural una zona habitable alrededor del cadáver de la estrella, que se beneficia del calor residual. Pero, ¿todavía hay planetas orbitando en la zona? Después de todo, la estrella se ha tragado algunos de sus planetas en su agonía como gigante roja. También la Tierra perecerá un día al calor del sol.
En el caso de WD1054-226, los astrónomos tienen buenas noticias. Han dado con un planeta en su zona habitable, aunque de forma indirecta. En un estudio publicado en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, un equipo internacional de investigadores midió la luz de la enana blanca. Los investigadores hallaron unas caídas de luz que correspondían a 65 nubes de desechos planetarios espaciadas uniformemente que orbitaban alrededor de la estrella cada 25 horas. Su conclusión: la precisa regularidad de las estructuras orbitales -que atenúan la luz de la estrella cada 23 minutos- debe ser mantenida en una disposición tan precisa por un planeta cercano.
El autor principal, Jay Farihi, afirma: «Las estructuras del tamaño de una luna que hemos observado son irregulares y polvorientas (por ejemplo, parecidas a un cometa) más que cuerpos sólidos y esféricos. Su absoluta regularidad es un misterio que actualmente no podemos explicar. Una posibilidad interesante es que estos cuerpos se mantengan en un patrón orbital tan regular debido a la influencia gravitatoria de un planeta cercano. Sin esta influencia, las estructuras se desintegrarían debido a la fricción y las colisiones. Un precedente de este «pastoreo» es la forma en que la atracción gravitatoria de las lunas alrededor de Neptuno y Saturno ayuda a crear estructuras anulares estables que orbitan estos planetas.»
Sin embargo, los astrónomos no están completamente seguros. «No podemos observar el planeta directamente», dice Farihi, «por lo que la confirmación tendría que venir de la comparación de los modelos informáticos con otras observaciones de la estrella y los desechos que la orbitan».
Se cree que esta órbita alrededor de la enana blanca fue barrida durante su fase de vida como estrella gigante, por lo que cualquier planeta que pudiera albergar potencialmente agua, y por tanto vida, tendría que haberse formado completamente desde cero. La zona sería habitable durante al menos dos mil millones de años en el caso de WD1054-226, incluyendo al menos mil millones de años en el futuro. Los planetas que orbitan alrededor de las enanas blancas son difíciles de detectar para los astrónomos porque estas estrellas son mucho más débiles que las de la secuencia principal (como el Sol). Hasta ahora, los astrónomos sólo han encontrado la primera evidencia de un gigante gaseoso (como Júpiter) orbitando una enana blanca.