Incluso en las lunas heladas más pequeñas, las posibilidades de vida en el fondo del océano son buenas
El hecho de que los astrobiólogos tengan tantas esperanzas puestas en lunas heladas como Encélado o Europa no sólo se debe a los océanos que han podido detectar bajo sus costras de hielo, sino también a que son mundos geológicamente activos. Esto se debe a los gigantescos planetas madre Saturno y Júpiter, que realmente amasan las lunas con su fuerza gravitatoria. Esto genera calor, que mantiene el agua de sus océanos ocultos en estado líquido y relativamente caliente. El agua, a su vez, disuelve lo que la vida potencial podría necesitar de las capas de roca subyacentes. También se libera energía en el proceso, un segundo requisito indispensable para la vida.
¿Pero qué pasa con los mundos que carecen de un masaje tan vigoroso, como las lunas más pequeñas de Saturno y Urano o los objetos transneptunianos como Plutón? Es cierto que el agua también puede aparecer allí en estado líquido: si se disuelven en ella suficientes sales, la temperatura de fusión del agua desciende. Sin embargo, la ciencia suponía anteriormente que a -20 °C de temperatura del agua el proceso se detiene, en el que el agua disuelve la roca subyacente. Entonces, ¿no hay energía ni «comida» en el fondo del océano de Plutón?
Esto parece ser un error, como ha demostrado ahora un equipo internacional de investigadores en Nature Astronomy. Para ello, los investigadores determinaron experimentalmente la velocidad y el mecanismo de disolución del mineral olivino en soluciones alcalinas a -20 °C, 4 °C y 22 °C durante hasta 442 días. El rango de temperatura seleccionado corresponde a las temperaturas que pueden alcanzarse en mundos helados de tamaño medio o grande sólo por fuentes radiogénicas, es decir, cuando no hay calor adicional por fricción de mareas. La mayoría de los mundos helados con diámetros de más de 400 a 500 kilómetros superan este rango, al menos en la fase inicial de calentamiento de sus núcleos. Las reacciones estudiadas corresponden a las determinadas previamente en los estudios de las plumas de los géiseres de Encélado. El resultado es claro: «Comprobamos que los procesos de transformación química siguen siendo eficaces incluso a temperaturas de -20 °C. La presencia de una película de agua no congelada permite que el olivino siga disolviéndose en soluciones alcalinas que ya están parcialmente congeladas». Los científicos también concluyen «que la transformación se ve potenciada por las sales y el amoníaco presentes en los mundos helados y, por tanto, sigue siendo un proceso geológicamente rápido incluso a temperaturas inferiores a la de congelación.»