El camino del agua
El agua que llena los océanos, lagos y ríos de la Tierra ha recorrido un largo camino. Primero se forma en las nubes moleculares, compuestas en un 90% por hidrógeno molecular. Cuando algunas regiones de estas nubes se condensan en estrellas, desempeña un papel importante en la formación del disco protoplanetario. En el proceso, a menudo es transportado en forma de hielo a sus regiones exteriores, desde donde más tarde es llevado a los planetas interiores por los cometas. Los cosmólogos ya han podido documentar bien los tramos primero y último de este camino, pero han tenido problemas de medición con la distribución dentro del disco de acreción.
Esto se debe a que a menudo está congelado. El agua gaseosa puede detectarse gracias a la radiación que emiten las moléculas al girar y oscilar, pero con el agua congelada es más complicado porque el movimiento de las moléculas está más dificultado. El agua gaseosa se encuentra cerca de la estrella, en el centro de los discos, donde es más caliente. Sin embargo, estas regiones cercanas están oscurecidas por el propio disco de polvo y, además, son demasiado pequeñas para ser detectadas por nuestros telescopios.
Así que a los astrónomos les vino muy bien que la estrella V883 Orionis sea muy temperamental y haya calentado su disco de formación planetaria mediante erupciones hasta una temperatura en la que el agua ya no está en forma de hielo, sino de gas, para que los investigadores puedan detectarla. Para ello, un equipo de científicos utilizó ALMA, un conjunto de radiotelescopios situado en el norte de Chile. Gracias a su sensibilidad y capacidad para detectar pequeños detalles, pudieron detectar el agua y determinar su composición, así como cartografiar su distribución dentro del disco. Las observaciones revelaron que este disco contiene al menos 1200 veces más agua que todos los océanos de la Tierra. «Ahora podemos rastrear los orígenes del agua en nuestro sistema solar hasta antes de que se formara el Sol», afirma John J. Tobin, astrónomo del Observatorio Radioastronómico Nacional de EE.UU. y autor principal del estudio publicado en Nature.